sábado, 20 de septiembre de 2008


LAS TRAVESURAS DE LOS RÍOS.

Firje. Vocero del Norte. Educomentarios.



EL GRAN SUSTO. La capacidad de la presa El Cajón indicaba 101 y 99 la presa de Aguamilpa, era suficiente motivo para alarmar a todos sin excepción, desde la cabecera municipal hasta los poblados de ambas márgenes del río de mayor longitud de la nación. Las autoridades a través de la radio con sus recomendaciones a los pobladores y la noticia en todos los diarios de la entidad le daban a la situación un carácter de alarma máxima y tenían razón, puesto que por arriba de 100 era para que ya estuviera derramando la presa en el afluente de Huaynamota y con el desalojo de ésta, la presa del río Santiago sería insuficiente para contener todo el caudal que ha dejado una temporada de lluvias como tiempo atrás no se veía. Nunca se ha dudado de la seguridad de estas dos magnas obras de la Ingeniería mexicana, sobre todo, porque con el control de las inundaciones por años, el tiempo nos lo ha dejado en claro, pero los antiguos del valle de Ixcuintla que no sabían más que de cultivar la tierra, desconfiaban y comentaban que tarde que temprano, el río se cobrará por haberle coartado el derecho por natura de extender su manto por el valle y depositar sus bendiciones en forma de limo para que al cultivar sus cosechas, la población recibiera a manos llenas, alimento y riqueza a una de las regiones más fecundas del suelo mexicano.



LA CULTURA DEL RIO. Actualmente, sin tener la cultura del río de los antiguos, los nuevos pobladores que nunca han vivido los desbordes del río que llegaban a alcanzar dos metros de altura en las colonias bajas de Santiago Ixcuintla, es posible que sientan temor a lo no experimentado, pero quienes nadamos en sus aguas desde la bajada de los “cargadores del río” hasta el viejo desembarcadero de la Presa, es decir de bordo a bordo, sabíamos que el Rio Grande a lo más que podía llegar, era dar una remojada con sus “aguas de cebada” que todos los santiaguenses esperábamos, como, si fuera el preludio de la fiesta del Señor de la Ascensión.




Desde la cabecera municipal hasta la Boca del Azadero, todos las comunidades pasaban los sobresaltos de los desbordes del río y tan acostumbrados a ellos se encontraban, que ni los soldados hacían posible que abandonaran sus pueblos. En todos los ejidos ribereños, sus pobladores han vivido los tiempos buenos de los desbordes del río, en ellos, la humedad que no les daba la lluvia la completaban con la del río, por lo tanto, sus cosechas siempre eran buenas, año con año las tierras se fertilizaban con el limo y de manera natural combatían los salitrales de sus parcelas, pero sobretodo, durante tres meses, la dieta natural de camarones y pescados, se hacía más abundante con las despensas que el H. Ejercito Nacional les distribuía.



LA BENDICIÓN DEL RIO. Viví y compartí las inundaciones del Rio Santiago, en el poblado que históricamente se llamó El Pozole, posteriormente La Trozada y actualmente Villa Juárez. Era una población de escasos 2000 habitantes, en la “actualidad todavía” y hasta que el mar no recupere sus playas, se encuentra a 10 metros sobre el nivel del mar y puede ser como cualquier otra comunidad de la zona estuarina, desde la Bahía de Matanchén hasta la Playa del Novillero.




Villa Juárez es de los más beneficiados de la Reforma Agraria, pues es uno de los ejidos con mayor dotación de tierras. Ancestralmente “Bendecida por Dios”, esta comunidad se encuentra a orillas del Rio Santiago y cada año era bañado por sus desbordes, lo que hacía que sus tierras se desalitraran, se cubrieran de limo y se convirtieran en las más fértiles, buenas para todos los cultivos de temporal, sobre todo, para el más sabroso chile ancho que se produce en el país y que se exhibe en los puestos del mercado de “La Merced” en México D. F., como “chile poblano de Nayarit”. A partir de la construcción de la presa “Aguamilpa”, como que “Dios dejó de consentirlo”, porque al ya no haber inundaciones las tierras corren el riesgo de convertirse en páramos y las casas en polvorones, por acción del salitre. En el temporal de lluvias y sin nada que contuviera las aguas del Río Santiago, cada año hasta tres o cuatro veces su caudal se desbordaba y la Escuela “Lic. Manuel Gual Vidal era el albergue natural de toda la vecindad como único punto a salvo de las inundaciones. De julio a agosto era una romería que comenzaba al anochecer y terminaba muy entrada la mañana de otro día, de la cual, en muchas ocasiones participé del agasajo, junto a mi Compadre Rodrigo Medina Salas, por el gusto de convivir con los amigos en la “fiesta anual” con la que el Río Santiago los consagraba. Para las gentes de Villa Juárez el río nunca los desgració y que conste, eran los más expuestos, por el contrario, aun cuando se tuvieran que rehacer cada año, era: cuando mejor comían, cuando más descansaban, cuando más convivían con la familia y más felices se mostraban, estoy seguro, que si el desborde fue en grande, para los villajuarenses será de “revivir lo vivido” y de dar doblemente gracias al divino, ya que ésta lavadita de salitre de sus tierras les sabrá a gloria.



MEXCALTITAN MÁGICO. En la ribera del río San Pedro, las cosas también estuvieron de Jesús, Maria y José, como todos los años el desborde por el vado del “río viejo” y los ejidos de “río abajo”, en el centro, como siempre a la expectativa de que el río desborde el muro de contención del malecón, si ese riesgo fuera lo máximo que bueno, pero Tuxpan está expuesto a una desgracia cuando la “costalera de arena” sea incapaz de contener una presión de “tormenta perfecta” hasta ahora no vivida y el ejemplo más palpable es Tabasco, pero, estamos acostumbrados a no escarmentar en cabeza ajena tenemos que hacerlo en la propia. Los que están de fiesta son los mexcaltecos, el río San Pedro no los asusta, por el contrario, mientras más caudaloso el río el pueblo es más mágico y sus canoas su protección y hogar. Que saben los políticos de los mexcaltecos cuando los quieren evacuar, corren más riesgos en los albergues, “nos vaya atropellar un coche” me dijo Doña Tomasa, la mamá de una maestra que es de allá y agrega con una risotada: “se inundará la isla y también sus casas, pero cuando ha sabido que un mexcalteco se ahogue de agua, de cerveza no digo nada”.



EL RIO ACAPONETA Y LOS CORAS. En Tecuala, cuando estuve en la región, me decía Genarón el amigo de Mancillas constructor del puente de tablones que en tiempos de secas comunicaba a San Felipe Aztatán con la cabecera municipal: “ya estamos acostumbrados, profesor, el río, si me tumba dos o tres veces el puente y yo que lo levanto dos o tres veces, porque así es este río, por la mañana se orinan los coras en Huajicori y al rato se quiere salir, luego esos llorones de Milpas Viejas, se lamentan como si no fueran de las orillas del río”. Los tecualeños saben como tratar esta circunstancia, que ya en serio, estuvo de pronóstico reservado, como la vivida por los santiaguenses y tuxpenses y claro lo mejor es prevenir que lamentar, no es por demás proteger preferentemente a las personas mas desfavorecidas, llevándolas a los albergues públicos o familiares. http://nayariteducacom.blogspot.com



















No hay comentarios: