domingo, 13 de septiembre de 2009

José María Morelos y Pavón III


SIERVO DE LA NACION: Contradicciones
Bicentenario de la Independencia de México


Enrique Figueroa Romero. Educomentarios. Vocero del Norte

Se llegó el CXCIX aniversario del inicio de la Guerra de Independencia de nuestro país, para cuando aparezca esta columna, estaremos a unas horas de ello y fieles a la costumbre, aún muertos de hambre y pidiendo prestado si es posible, los mexicanos celebraremos con sana alegría y le daremos salida a nuestro fervor patrio gritando ¡VIVA MEXICO! Por anterior motivo no quiero dejar inconclusa la serie concerniente a Don José María Morelos y Pavón, en números anteriores de Vocero del Norte, aparecieron los capítulos concernientes a la historia oficial y la historia mítica del Sacerdote mexicano, luchador profesional y militar liberal, que organizó y fue el artífice de la segunda etapa de la Guerra de Independencia de México.

En esta columna hay hechos que se contraponen a lo mítico y a lo oficial y que por ser de carácter editorial, hay un dejo de duda en ellos por no conocer la profundidad con la que fueron investigados y que las más de las veces incurren en deformaciones poéticas, narrativas o patéticas. De Don José María Morelos, todavía falta mucho más que decirse y escribirse, no obstante que el juicio histórico le favorece con justicia y generosidad, cabe el sentimiento curioso de conocer las versiones apócrifas de los historiadores con los métodos históricos y los muchos institutos de investigación que existen y seguirlas comparando con las ficciones institucionales que nos han enseñado.

A través de la historia oficial, se nos ha hecho creer que los restos mortales del generalísimo Morelos descansan en el monumento más conocido como el Ángel de la Independencia, pero esta idea es contradictoria, porque existen versiones que los restos del patricio de Morelia, desde el año de 1823, desaparecieron para ser encubiertos y luego llevados a Francia por el hijo de Brígida Almonte, el cual prestó servicios al emperador Maximiliano de Habsburgo.

En el artículo del comentarista histórico Juan Pablo García Luna (JPGL) para la Agencia de Noticias Independiente (ANI), que el general José María Teclo Morelos y Pavón fue fusilado el día 22 de diciembre de 1822 por órdenes del Virrey Calleja, en frente de la Casa de los Virreyes en Ecatepec. Sus restos fueron sepultados en la iglesia de San Cristóbal. Luego el 19 de julio de 1823, se inauguró la Rotonda de los Hombres Ilustres de la Ciudad de México, a la que fueron trasladados para ser depositados en el Altar a la Patria en la Catedral Metropolitana, pero la Iglesia católica se opuso porque ella misma lo había excomulgado y considerado un hereje, lo que impidió que fuera sepultado en este lugar.

Como complemento de lo escrito por JPGL, Eduardo Arellano en el libro Memorias prohibidas de Ignacio Ramírez, asienta que “El hecho real es que Juan Nepomuceno Almonte, hijo de José María Morelos y Pavón, ocultó los restos de su padre en una caja de metal con candado, que yacía en un baúl forrado de terciopelo rojo con remaches de plata. Los que lo conocían –algunos masones- aseguraban que cuando viajaba a cualquier lugar del país o del extranjero llevaba consigo la caja de terciopelo o la ocultaba en un piso falso dentro de su recámara.” “A su llegada a Francia exiliado, Almonte adquirió personalmente una tumba o cripta en el selecto cementerio de Pere Lachaise, en París. Allí sepultó los restos de Morelos. Compró la tumba bajo un apellido distinto pero cometió el error de recibir el título de propiedad de la fosa con la firma que usaba en todos los documentos que se conocen de él.

La historiadora Vázquez Mantecón, escribe, en su texto Las reliquias y sus héroes: “La leyenda también rodea a los huesos de este héroe. Circularía muchos años más tarde, la versión de que el hijo de Morelos, Juan Nepomuceno Almonte, tenía con él los restos de su padre y que los había llevado a Francia en donde los enterró en una iglesia parisina, perdiéndose para siempre la noticia de su paradero.

JPGL: ” Pocos historiadores, sobre todo extranjeros, se atreven a afirmar que no se sabe donde quedaron los restos de Morelos, mientras que muchos historiadores mexicanos y muchas páginas Web turísticas sobre México repiten hasta el cansancio que se encuentran falsamente en la Columna de la Independencia”.

En la novela Morelos, morir es nada, de editorial Planeta, el escritor Pedro Ángel Palou, descifra algunos enigmas de la vida y suerte del caudillo, a través de la entrevista que tuvo en exclusiva para Univisión y la que doy a conocer, de forma resumida en sus respuestas.

P. ¿Por qué Morir es nada
R. Es revelar los amores de Morelos, de un ser humano que vivía todas las contradicciones de la época. Era un sacerdote, pero también un ser humano, aceptó el celibato pero no pudo vivirlo; creía en Dios pero aceptó que hubiera guerras justas. Sustituyó la imagen del rey, al que odiaba, por la Virgen de Guadalupe.

P. ¿Cómo era Morelos?
R. Morelos medía 1.62, era bastante gordito, difícilmente podría haber tenido la imagen del general; Miguel Hidalgo se burlaba de él. Sin embargo, este hombre se lo tomó en serio y en unos días tenía a más de 2,500 soldados. Venía de un estrato social absolutamente humilde, de pobreza, de orfandad, de 14 años como herrero. En él hay un pensamiento agrario que no existe en ninguno de los independentistas.

P. Como sacerdote tenía que seguir el celibato, pero no lo hizo...
R. En el juicio inquisitorio se atreve a hablar de sus mujeres, incluso de las relaciones que tenía con personajes acusados de herejía. Después de la Inquisición todavía hay 25 días de tortura, 2 batallones le apuntaban a la cara las 24 horas del día y él nunca delató a sus compañeros de armas.

P. ¿Qué se sabe de sus amores?
R. Morelos tiene primero una mujer que se llama Brígida Almonte, con la que procrea a su primogénito Juan Nepomuceno Almonte, un hijo que le sale muy mal y que termina siendo ministro de Maximiliano (emperador austríaco en México). Tiene una hija con otra segunda mujer a la que deja anónima en la junta inquisitorial y todavía tiene una tercera en Oaxaca, Francisca Ortiz, con la que tuvo un hijo. Estas familias se perdieron con el tiempo, no se supo de su descendencia.

P. Morelos es muy conocido por su paliacate inseparable. ¿Tenía algún significado?
R. Hay dos versiones. Una es que padecía de migrañas muy fuertes desde los 12 años y el paliacate servía para sostenerle, usaba remedios populares, y por el tro lado ocultaba el rizo, el pelo; su origen mulato no era muy patente en el color de la piel, pero sí en el cabello, lo que lo hacía parecer mucho más mestizo de lo que era.

P. ¿Y qué puede decirse de su carácter?
R. Era muy necio, muy tozudo, casi inflexible, muy formado en la dureza del campo, muy poco amable, con poco sentido del humor, muy devoto y esto seguramente le produjo culpa, pues había roto muchos de esos votos: el del celibato especialmente, y el del rey a la corona.


P. ¿Y sentimentalmente?
R. Seguramente era muy duro porque no hay testimonio. Sus relaciones eran ocultas, casi prohibidas. Vivía en "pueblo chico, infierno grande". Su mujer anónima era ayudante del sacristán, la que daba clases de retórica a los niños en el catecismo. Seguramente sus relaciones estaban muy marcadas por el signo de la culpa, por el signo de lo oculto.

P. ¿Qué tiene Morelos que no tengan otros personajes de la historia de México?
R. Acercarse a Morelos en el siglo XXI es acercarse a una figura que lo mismo luchó por su propia libertad, por tener un reconocimiento en una sociedad de casta, racial, que por resolver temas personales como su propia orfandad, su propia libertad sexual frente al celibato y la libertad política frente a la corona.
Me enseñó la valentía, y que no hay que claudicar en los ideales y por eso el título del libro: Morir es nada. Morelos trata de salvar a la patria y nos enseña que la libertad se consigue en México.

P. ¿Cómo se imagina al Morelos de este nuevo siglo?
R. Muy molesto, profundamente perturbado por lo que está pasando en este país en donde vemos que hemos trabajado tanto para construir una democracia que es tan costosa. Los héroes son héroes porque la historia los hace héroes, pero antes que eso fueron seres humanos: sufrieron, amaron, fueron traicionados, fueron queridos, y por eso hay que humanizarlos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy solicitando su amable visita al sitio relacionado:

http://constituyentecivil-mexico2010.blogspot.com

Quizá sea de su interes.

El 20 de noviembre de 2009, en el municipio de Aneneculco Estado de Morelos tendrá lugar una reunión previa a la constituyente 2010.

Saludos.
Alfredo Loredo.
San Luis Potosi. S. L. P.