domingo, 13 de septiembre de 2009

José María Morelos y Pavón II


SIERVO DE LA NACION: Historia Mítica

Bicentenario de la Independencia de México


Enrique Figueroa Romero. Educomentarios. Vocero del Norte


En la columna anterior de Vocero del Norte, reproduzco algunos datos oficiales de la vida del Siervo de la Nación, que son muy conocidos y que es justo enaltecerlos con motivo del próximo bicentenario de la Independencia de México. En esta aportación, incluyo algunos puntos que son más de la historia mítica, que del enfoque que se da en los libros de texto oficiales, la que divulga el pueblo en los corrillos de amigos, la que se comenta libremente, la que es del dominio público, la que tiene adulteraciones que emocionan y la que se apega más a los sentimientos populares.

. Miguel Hidalgo y Costilla fue su maestro, rector e ideólogo en la carrera sacerdotal, debido a ello se despertó en él, una gran admiración que rayó en la devoción, al grado que cuando el Padre de la Patria se marchó de San Nicolás, lo consideró como una nueva orfandad, más penosa que la ocasionada por el abandono de su padre Manuel Morelos. Para el Cura de Curácuaro su maestro no era el criminal bestial como lo pintaban los españoles, sino que era el rector del Colegio Nicolaita que luchaba por sus ideales de religión, justicia e independencia. La rebelión libertaria, era la oportunidad esperada por infinidad de criollos y mestizos influyentes para el cambio de gobierno virreinal en la Nueva España, Don José María, para alzarse en armas, dudó entre su lealtad a sus deberes de su apostolado y el amor a su maestro, pero el edicto de excomunión de Hidalgo, lo hizo decidirse a buscar a su venerado aunque distante mentor, para solicitarle sin condicionar, su incorporación al ejército insurgente.

. El talismán que acompañó en gran parte de sus campañas al Generalísimo, fue un pequeño cañón que le regaló Don Hermenegildo Galeana, el cual había comprado para defender su hacienda de los forajidos de la región y que le daba acción públicamente para amedrentarlos, usándolo para hacer salvas en las fiestas patronales de su hacienda. La emoción que sentía Morelos por esta arma, fue tanta que lo llegó a considerar como un hijo más y le bautizó como “Niño”, considerándolo como su buena suerte. La magia del talismán se dejó sentir en sus batallas y al término de cada una de ellas de inmediato preguntaba su condición. Cuando se dio la desgracia de perderlo, se inició el principio de su debacle y la sucesión de los hechos que más hirieron sus sentimientos.

. Con el antecedente de su fuerza, valor, prestigio y triunfos, el generalísimo nunca perdió su sensibilidad y la hizo sentir ante las dichas y las desdichas que más alteraron los afectos de compasión, humanidad y ternura, por lo tanto, padeció hasta los límites de las lágrimas, cuando supo de las muertes de Hidalgo y sus lugartenientes Mariano Matamoros, Hermenegildo Galeana, Leonardo Bravo y de muchos de sus leales, se desmoralizó cuando perdió al “Niño”, se horrorizó ante las masacres de la soldadesca, se entristeció ante la incertidumbre del fin de sus mujeres e hijos, sintió compasión por los prisioneros enemigos, fue iracundo cuando los jefes realistas descargaron su odio contra algún principal insurgente, fue cálido con sus mujeres y amoroso con sus hijos y no sería vergonzoso, como se afirma, que hubiese llorado de frustración al no ver coronado sus esfuerzos libertarios.

. El sacerdote no se significó por ser un santón, al contrario, dentro de sus atributos se incluían los que no concordaban con el celibato, por eso llama la atención hasta con malicia, lo referente al número impreciso de hijos que engendró con mujeres conocidas a las que brindó su protección y reconocimiento y a las desconocidas del pueblo que se rumora las tuvo, el propio Morelos nombra ante la inquisición, a Brígida Almonte y Francisca Ortiz las que dieron a luz a Juan Nepomuceno y José y de igual forma reconoce de Nocupétaro, otra mujer con una hija las que mantiene en el anonimato, y no reconoció a José Victoriano y a su madre María Ramona Galván. Su conducta que no era excepción en la época y ni en nuestros días, puede ser censurable, pero no mengua los méritos, el afecto y el reconocimiento del héroe más grande que produjo la guerra de independencia.

De visita por el bello estado de Michoacán y recogiendo comentarios entre vecinos que gustan del comentario histórico, recogí muchas versiones sobre ficciones o realidades que le endilgan a Don José María:
. De padre y madre procedía de una de las castas mezcladas de indio y negro.
. Se duda de su humildad, al descubrirse los testimonios sobre las propiedades que tenía su madre.
. En sus inicios, con su experiencia e inteligencia y con apenas una veintena de hombres sin armas, logró controlar en sólo cinco años Michoacán, México, Puebla, Oaxaca y Veracruz.
. Es falso el supuesto llanto de Morelos durante su degradación frente al tribunal de la inquisición.
. El archiduque Maximiliano de Austria, es el primero que, en 1865, inaugura en la ciudad de México una estatua en su honor..
. No fue un clérigo recomendado o privilegiado, sino fue asignado por la necesidad de proveer de curas a los pueblos de mal clima y paupérrimo provecho.. Fue un hombre amante del trabajo, la disciplina y el orden, con estas normas organizó a su ejército.

1 comentario:

Anónimo dijo...

=D muii buena informaciion las 3 parts de morelos graxiias
me a serviiido d muxO
para mii tarea de un mural del bicentenario de la indpndnciia d mexico