viernes, 17 de abril de 2009

EXONERACION DE LUIS ECHEVERRIA ALVAREZ


ABERRACION O INSULTO



EDUCOMENTARIOS
Enrique Figueroa Romero



Para terminar mis comentarios publicados en Vocero del Norte del Movimiento Estudiantil de 1968 (octubre de 2008), debo referirme a la exoneración de Luis Echeverría Álvarez de los sucesos sangrientos que durante y después del movimiento se dieron y de los cuales, todavía no se conoce y ni se conocerá la cantidad de muertos que hubo y que de acuerdo con las autoridades solo llegaron a 40, pero hay opiniones de quienes hicieron labores de limpia que afirman que fueron más de 200 que se recogieron en carretones de basura. Un tribunal federal ordenó decretar la libertad absoluta del ex presidente Luis Echeverría Álvarez, luego de no encontrar elementos para juzgarlo por el delito de genocidio que le atribuyó la Procuraduría General de la República por los hechos relacionados con la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968. La verdad que a Don Luis nunca le preocupó el dictamen de las autoridades judiciales y mucho menos los improperios que se le dedican, porque en nuestro país, a los gobernantes se les juzga por decretos torcidos y por autoridades que son parte de lo mismo.
Nunca he considerado a LEA, responsable primordial de la “masacre del 2 de octubre”, porque un funcionario que tan solo estaba al mande usted de un superior supremo, no lo puede ser y menos en el régimen presidencialista que nos gobernaba hasta antes del advenimiento del panismo al poder, en el cual tan solo había una decisión válida y determinante que era la del presidente de la república y que todo mundo acataba bajo la ignominia que nos legó el porfirismo: “fusílelos y después averiguamos”. Corresponsabilidad de LEA como Secretario de Gobernación la hubo, como la hubo en Himmler con el genocidio de Hitler, pero también, son corresponsables el Secretario de la Defensa, el Regente de la Ciudad de México y los que conocieron lo que sucedería la Noche de Tlatelolco, pero tampoco se escapan al cargo, los que encontrándose en la estructura de mando, no fueron capaces, los primeros de conciliar y los últimos de indignarse y protestar, tal cual lo hizo Octavio Paz, al no aceptar la complicidad renunciando a la Embajada de México en la India.
De todos los que históricamente serán señalados como responsables de la barbarie oficial en el “octubre sangriento”, solo LEA vive y en él se descargan los sentimientos de odio que corresponden a Gustavo Díaz Ordaz, a Marcelino García Barragán, a Alfonso Corona del Rosal y al propio Luis Echeverría Álvarez, pero la impunidad de este último, es el ejemplo del sistema que nos imparte justicia y se comprueba que en México solo los indígenas, los miserables y los penitentes van a la cárcel, ya que los criminales de estado, los cerebros de la delincuencia organizada, los malhechores de cuello blanco y los maleantes gubernamentales se ríen de la justicia de los mexicanos. LEA jamás será eximido de la corresponsabilidad de la matanza de civiles, mujeres, niños y estudiantes de “Octubre Rojo”, como tampoco lo será y aquí sí, de la “gran responsabilidad de la matanza del Jueves de Corpus”, por lo anterior y por la leña que al fuego han echado sus grandes enemigos, LEA es el gran villano de la historia contemporánea de México y por ello, Doña Rosario Ibarra de Piedra, califica como “una aberración y un insulto” al pueblo de México que un tribunal federal haya decretado su libertad con el clásico: “ por falta de pruebas”.

RAUL "Ratón" MACIAS

Para recordarlo siempre
No incluiría en esta columna pasajes de la historia de vida de Raúl Macias Guevara, sino fuera por la gran significación que tuvo en los años cincuenta, para todos los aficionados al boxeo o no, mexicanos y mexicanas, el “ídolo de México” más conocido como El Ratón” y si no que lo cuenten las abuelas. Cuando alguien lo aludía, lo hacía refiriéndose a Raúl, Raulito, Ratón o Ratoncito, siempre en proporción al mucho o más mucho afecto que se le tenía. Raúl fue el culpable de que a mi madre le gustara el boxeo siempre y cuando ya se encontraba en las evocaciones pre agónicas, preguntaba entre otras cosas, sobre “en donde andará El Ratoncito”. Sus hermanos comentaban que le decían Ratón, porque desde niño se la pasaba entre las piernas de los boxeadores en el gimnasio. Con la familiaridad que inspiran los grandes ídolos, Raúl, nació en Tepito, la esencia del chilanguismo, el barrio más bravo y la entraña misma del Distrito Federal.
Todavía no era tiempo de TV y el radio era el medio de difusión en vivo que había para dar la reseña de los eventos de importancia. Mi padre, un gran aficionado de los deportes, precisamente para oír las peleas de box había comprado un radio de bulbos de la marca Pilliphs y que tenía un cajón como de TV de 25 inch, en torno a él los vecinos y la familia nos sentábamos a escuchar las incidencias de las peleas de “el Ratoncito” y era tal la pasión que hasta un pequeño altar se arreglaba a la Virgen de Guadalupe para que abogara y le diera el triunfo al roedor de Tepito, después de la derrota con Alphonse Halimí, por el campeonato mundial de peso gallo, jamás se volvió a hacer. Como boxeador Raulito marcó toda una época y se trató de uno de los ídolos más grandes que haya producido el deporte mexicano, tan grande que movió masas, emocionó e hizo llorar a miles y miles devotos del Ratón. A él se le atribuye la frase: “todo se lo debo a mi manager y a la virgencita de Guadalupe”.
Cada que peleaba ponía en paro al país gracias a su carisma. No fue un boxeador de KO, pero envolvía a sus contrincantes con una lluvia de cachetaditas y su punzante golpe al hígado hasta hacerse acreedor de la victoria por decisión unánime. No ha sido el boxeador más grande y más popular, porque sobre él se encuentra Rubén “Púas” Olivares, pero eso sí, nadie le discute el gran magnetismo que poseía, al grado que era más atrayente que el propio Pedro Infante. Para millones de mexicanos no ha habido un día tan angustioso, como cuando Billy Peacock le fracturó la mandíbula, esa noche, deportistas, artistas, pobres, ricos, comerciantes, intelectuales, todos sin distinción, no se despegaron del radio en espera de noticias que confortaran su ánimo y redujeran sus penas… La esperanza y la fe en Macías se desvanecieron cuando perdió con Halimi por la unificación del título mundial.Raúl se dedicó al cine, a la publicidad, a las obras de beneficencia y a la política, en ésta, fue funcionario deportivo de la Delegación a la que pertenecía Tepito y en tiempos del Priismo absolutista, fue el candidato a diputado que arrolló en la elecciones, constituyéndose en un gestor tan querido como cuando fue el “el ídolo de México”. Precisamente de su época de funcionario, fue esta anécdota que exhibe en toda su magnitud la calidad humana de quien como dice Ricardo Rocha, “no era nada más un ídolo, era mucho más, era un símbolo”: hubo una campaña del gobierno de la ciudad en aquel entonces en el que a la gente de bajos recursos se les regalaron estufitas de petróleo para que cocinar fuera un poco más seguro y cómodo, y para que la gente acudiera a quien repartía las estufas, era el Ratón, el ídolo del momento… estaba en su apogeo… pues total… las regalaron todas y mi abuela se quedo sin nada… pues como los vería de amolados que el Sr Macías se bajo del camioncito en el que estaba repartiendo las cosas y se puso a platicar con mi abuela… después se regreso agarró una de las estufitas que quedaban para otros barrios y le dijo al que llevaba el control "no te preocupes, al rato yo mismo te la repongo"… y se la regaló a mi abuelita… a esa santa mujer que era mi abuela se le iluminó la cara,,, le dio miles de gracias al Ratón… pero cuál sería su sorpresa, que al llegar a casa… dentro de la estufita el Ratón había metido un sobrecito con algunos billetes y una notita que decía: "nunca pierda su fe en la virgen de Guadalupe"… Adiós al Ratoncito Macías. 24 de Marzo del 2009 20:54

No hay comentarios: