LOS EMOS Algunos directores de escuelas secundarias manifestaron a algunos diarios su preocupación por el crecimiento acelerado de una tribu urbana que se nombran los emos, de los cuales, algunos miembros asisten a sus escuelas “representando un problema grave para la comunidad escolar”, además, aseguran que “el fenómeno está corriendo como polvorín de pólvora”. De ser cierto lo anterior, su influencia alcanzará otras secundarias del estado, por lo tanto, es alarmante por sus repercusiones.
Estos fenómenos de inadaptación por problemas emocionales de distinto origen, se han presentado periódicamente como una manifestación de protesta al status social y familiar que confrontan entre los adolescentes y por ser éstos los más susceptibles dado el proceso de cambio que en esa etapa se presenta. Claro debe de preocupar a los educadores porque esas inadaptaciones sociales fuertes inducen a la evasión del contexto familiar y social y al fracaso escolar y a la autodestrucción. Quienes ya estamos al cuarto para las doce, vivimos algunas de las primeras manifestaciones contraculturales de época que tenían una influencia extranjerizante a través del cine norteamericano, el cual convirtió en arquetipos de la juventud a los protagonistas de las películas los que representaban jóvenes conflictivos y potencialmente delincuentes o adolescentes confusos y desorientados envueltos en peleas y conflictos, todos esos personajes al gusto de jóvenes y adolescentes ávidos de recrear a sus ídolos.
Después surgen las pandillas, como grupos de personas que sienten entre ellos, una relación de amistad íntima e intensa con identidad de ideales, costumbres y filosofía común entre sus miembros; Sus actividades las realizan entre su grupo y pueden ser de diversión, de subsistencia o de violencia con otros grupos. La mayoría de los pandilleros son alumnos con rezagos muy marcados y hasta desertores escolares, comúnmente, terminan en actividades ilícitas. Como una derivación de las pandillas surgen las tribus en 1990, generalmente urbanas, son grupos de personas cuyas asociaciones están basadas bajo un conjunto de características, pensamientos, modas e intereses comunes para formar una pequeña comunidad con una identidad propia. Todas las tribus tienen un enfoque en la música (rock, jazz, soul, etc.). Entre estos grupos de jóvenes a los hippies, los skinheads, los góticos, los militares, los punks, los emos y muchísimos más de menor representación. Estas tribus que por su apariencia llegan a incomodar a los adultos, aparecen y desaparecen sin causar daños o cambios relevantes en la sociedad, no tenemos por que temerles mientras no rebasen sus esferas de convivencia, al contrario hay que reconocer su influencia en los cambios modernos de la paz, la cultura y el arte, por ejemplo, los hippies crearon sus propias comunidades, escuchaban rock psicodélico, abrazaron la revolución sexual, participaban en activismo radical antibélico, y -muchos de ellos- utilizaban drogas para expandir la conciencia, con todo eso, fueron capaces de influir con martirio y decisión en el fin de la guerra de Vietnam.
La mayor preocupación de los directivos escolares es que los adolescentes Emos, influenciados desde el extranjero, cuestionan toda autoridad y dicen estar inconformes con su vida. Algunos de estos jóvenes han llegado a representar intentos de suicidio, debido a la tristeza, al sentimentalismo y la depresión que los caracteriza. Usan en el cabello un flequillo largo, lacio y entintado, que les cubre la cara y mientras más largo más emo. El estilo de vestir que distingue a un emo es: pantalones ajustados y pegados al cóccix de tal manera que enseñe los calzones, llevará accesorios y añadidos de rayas o con figuras de colores y sus playeras serán de talla menor. El jugar al suicidio, es una de las más cotidianas diversiones entre estos jóvenes. Jugar a quitarse la vida con cintas amarradas al cuello, aventarse a los carros o cortarse las venas con navajas, es lo más común y normal entre ellos. Lo que no es juego, son: Las drogas, los festivales, la música triste, los tenis tipo converse, hablar con desgano, parecer gay o chica que no despierta grandes pasiones, vivir de sus padres y escribir todo lo que haga en web, es el complemento para ser un auténtico emo.
La preocupación de los directivos es justa, pero para actuar en consecuencia es necesario conocer con claridad lo que se juzga. El problema no es tan tremendista como se ha planteado, los emos son un grupo muy pequeño que no puede ser numeroso “ni correr como pólvora”, porque solo admiten a los auténticos, no son agresivos y si ha habido suicidios en su grupo, no han sido tantos, como los producidos por el desamparo o la desilusión; no son contestatarios ya que casi no hablan y tienen sentimientos como cualquiera; se apegan a las normas establecidas en las instituciones escolares y en lugar de agredir a otros que no son iguales optan por marginarse. En las escuelas, a los emos se les está señalando como lo hicieron con las tribus que les antecedieron, para ello, son razones la ignorancia, la incomprensión y la evasión de responsabilidades. A los emos no hay que reprimirlos, coaccionarlos o recluirlos en una casa de salud mental, por el solo hecho, de tener el valor de vivir su gusto. Con los emos, que no se cometan problemas de exclusión o de tratamientos equivocados, como cuando se quiso excluir de las escuelas públicas a los Testigos de Jehová, porque es atentatorio a sus derechos humanos